Persiguiendo el hueso, una tarde de vitro-murales.
El callejón del hueso, casa de los vitro-murales del “Zacatlán de mis recuerdos”
Mi Zacatlan Magico
10/21/20252 min read


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Son solo unos minutos después de las 5 de la tarde, el sol batalla con las nubes por el derecho a dominar el cielo; una tarde perfecta, de esas que son costumbre en Zacatlán, que invitan a disfrutar el pueblo mágico, a caminar sin prisa y observar en lugar de solo mirar; nuestro destino: el callejón del hueso, casa de los vitro-murales del “Zacatlán de mis recuerdos”.


El callejón debe su nombre por la cantidad de huesos que se ahí se encontraban. En el Zacatlán antiguo en este lugar se tiraban los restos de animales, a dos cuadras estaba lo que localmente se conoce como “La Ciénega”, un lugar propenso a inundaciones, donde se corrían carreras de caballo (En “El Carril”) y hogar de la famosa “Cueva del Diablo”. Todavía en los años 80s o 90s era normal, en donde ahora comienza el callejón, “disfrutar” del aroma del rio “Nilo” (Ni lo huelas), básicamente el paso de aguas negras de la ciudad.


Después de unos 10 minutos de caminar sin prisas llegamos a la entrada del callejón, no más de 2-3 metros y con el sol un poco escondido pues se ve obscuro el camino, básicamente un túnel hacia el viejo Zacatlán. Ha izquierda y derecha se van levantado diferentes murales creados por artistas locales; la mayoría son creados a partir de fotografías antiguas representando diferentes momentos en la historia de Zacatlán, entre ellos una copia del primer programa de la gran Feria de la Manzana, las fiestas del primer centenario de la Independencia (1810-1910), la primer reina de la Feria de la Manzana.



Lo mejor que puede pasar es recorrer este callejón sin prisas, disfrutando el trabajo puesto en la creación de los murales, la atención a los detalles es de admirarse. Algunos murales despliegan las fotos de donde tomaron su inspiración. Con un poco de suerte se puede llegar a ver como los artistas trabajan construyendo los murales.


Un poco de nostalgia junto a una tarde zacateca ponen al alma en el lugar perfecto para disfrutar de los momentos pequeños de la vida; terminando el recorrido nos encontramos a unos perros jugando en la calle, a unos viejitos platicando, disfrutando la vida y después de este recorrido no queda más remedio que hacer lo mismo.
Zacatlán es bello.
